Posted on 16. Oct, 2008 by Luis A. Alcaraz in Actualidad.

 

El número de esta semana de Nature trae un artículo en la sección de Noticas que me ha llamado poderosamente la atención por el título que le han puesto: ¿El fin de los microarrays?

Evidentemente luego el artículo no es para tanto, pero hace algunas reflexiones que, aunque interesantes, la verdad me sorprende que sean publicables en una revista como Nature…

El artículo habla de los nuevos métodos de secuenciación, que evidentemente están extendiendo su uso a la expresión génica, conocer dónde se están uniendo las proteínas al ADN, etc. Pero todavía estamos lejos de asistir al fin de los microarrays, especialmente porque éstos juegan en otra división.

Para un científico, que busca obtener siempre la mayor cantidad de datos, en principio sería preferible optar por estas técnicas de secuenciación. Sin embargo, muchos de los científicos (especialmente los españoles) deben controlar el gasto al máximo para estirar la escasa financiación de los proyectos, así al final acabará empelando los microarrays simplemente porque son considerablemente más baratos. Además, esta técnica tiene unos grandes requerimientos computacionales, por lo que no es apta para todos los laboratorios. Todo esto condena, de momento, a los equipos de secuenciación a grandes centros, mientras que los microarrays siguie siendo una máquiina que cualquiera en su laboratorio puede montar.

Los microarrays son además una tecnología más madura y consolidada que la ultrasecuenciación. Por este motivo, los primeros pueden optar a nichos de mercado más exigentes que los segundos, como por ejemplo el ámbito médico. Cada día son más los especialistas médicos que ordenan pruebas genéticas basadas en microarrays para diagnosticar un gran número de enfermedades, que van desde cáncer a enfermedades neuropsiquiátricas. A día de hoy, esto es impensable con la secuenciación. A esto hay que añadir nuevamente la diferencia de costes entre ambas técnicas. Un centro médico no se puede permitr ordenar de forma rutinaria pruebas genéticas basadas en las nuevas técnicas de secuenciación, por mucho que consigan bajar el precio a 5.000$.

En resumen, la secuenciación comerá cierto terreno a los microarrays, pero sólo en aplicaciones concretas, y principalmente destinado a investigación. Pero los microarrays tienen todavía una larga vida por delante, tanto en el ámbito público como privado.

Imagen por Ricardipus.

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